El problema de los niños migrantes que se encuentran detenidos por las autoridades migratorias de los Estados Unidos de América, EUA, es mucho más serio de lo que sobre la mesa se puede considerar con la sencillez de “menores que intentan el sueño americano”.
Tradicionalmente, la migración hacia el país del norte ha sido una razón fundamental para el rompimiento de las estructuras familiares y, por ende, afecta seriamente la sociedad misma. Hemos sido testigos de una cantidad escandalosa de hogares en que la estructura formal pierde a la figura del padre y recarga a la madre toda la responsabilidad sobre la educación y formación de los hijos mientras que el aporte del hombre de la casa se convierte en apoyo monetario que logra con un esfuerzo admirable que se lleva a cabo en un mercado laboral con muchas más oportunidades que el nuestro, pero que no deja de ser racista y clasista por la forma en que muchas veces se discrimina a los indocumentados.
Hay expertos que consideran que el caso de los menores no es más que un esfuerzo lógico de ir a buscar el mismo “futuro mejor” que están viviendo los padres y, con ello, intentar forjarlo fuera de las fronteras guatemaltecas. Por ello, pagan las altas cantidades que los Coyotes les cobran por “pasarlos” de frontera en frontera.
Pero el principal problema es el interno. El de una sociedad que no genera condiciones económicas para que los niños y adolescentes puedan privilegiarse con la educación porque tienen que ser un jornal en el campo para que la familia sobreviva alimentariamente; porque somos una sociedad que no les da oportunidades al talento y al esfuerzo sino que se considera que el pobre no tiene talento y el esfuerzo nunca será suficiente en una cultura que no valora sino que exprime al ciudadano.
Somos un país en que esos mismos jóvenes están ante el riesgo de ser enrolados por las maras para sus trabajos de “control territorial”, en el que obtienen más ingresos que cualquier adulto honrado que quiere trabajar para sostener a su familia; pero también están estos mismos adolescentes en el punto de mira para ser asesinados en las calles de un país en el que la vida o la muerte se decide sobre centavos.
El tema de los niños migrantes por el que el Vicepresidente de EUA, Joe Biden, vendrá a Guatemala a jalar orejas con la intención de buscar un freno, es más serio de lo que se piensa. Lo que nos está demostrando es que ahora es menos la edad en la que la gente pierde la esperanza y prefiere empezar de nuevo fuera de nuestra tierra.
Minutero
Ese flujo migratorio
es un dedo acusatorio
hacia una sociedad
que no da oportunidad
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