Barack Obama cree ilusamente que los mandatarios centroamericanos pueden “impedir” que la gente se vaya a buscar mejores oportunidades a Estados Unidos. Los políticos centroamericanos, ni lentos ni perezosos, se lo quieren babosear convenciéndolo de que si les da US$2 mil millones, lo harán. ¿En qué mundo de fantasía viven los políticos?La emigración de centroamericanos hacia el norte tiene una sola razón: la búsqueda de una vida mejor. Pueden argumentarse razones de seguridad o económicas, y en el caso de los niños la reunificación familiar, pero en todos los casos la expectativa es la misma: vivir mejor. Y esto no lo puede cambiar ningún político, por más que lo criminalice y gaste millones de los tributarios en combatir.
Mientras no existan oportunidades suficientes en sus países de origen y sí exista la posibilidad de encontrarlas en otro país, la gente tendrá un gran incentivo para emprender el viaje, aun con los riesgos y peligros que conlleve.
Si en Estados Unidos no han podido impedir la llegada de los indocumentados, a pesar de la construcción del gran muro y los miles de millones de dólares que gastan en “seguridad fronteriza”, ¿quién en su sano juicio puede creer que los políticos de acá podrán impedir que sus ciudadanos se vayan? Ni aunque construyeran un muro a lo largo de la frontera entre Guatemala y México —al estilo del Muro de Berlín— lo lograrían.
Creer que combatiendo a los coyotes se resolverá el problema también es un absurdo. Los coyotes no son la razón por la que las personas deciden emigrar. Lo harán, existan o no los coyotes. Esta nueva guerra perdida contra los coyotes lo único que logrará es que la travesía sea más cara y peligrosa de lo que ya es.
No hay soluciones a corto plazo. En el caso de nuestros países, lo que se necesita es más inversión, generación de empleos y riqueza. Ninguno de los cuales los producen los gobiernos, pero sí los pueden obstaculizar. Lo que deben hacer los políticos es reducir o eliminar todas aquellas trabas, obstáculos y desincentivos a la inversión, a la par de utilizar bien los recursos que ya tienen para reducir la inseguridad e impartir justicia.
En el caso de Estados Unidos, deben entender que mientras la gente encuentre una oportunidad de trabajo allá, hará todo lo posible por alcanzarla. Existen muchísimos trabajos que los estadounidenses ya no están dispuestos a efectuar, que son los que realizan los inmigrantes indocumentados. Si no fuera así, la gente no se seguiría yendo, ni subsistirían los 12 y pico millones de indocumentados que ya están allá. Lo que deben encontrar es la forma de incorporarlos a la legalidad.
Uno de los problemas principales que se menciona es el uso de los “servicios sociales”. Pues si ese es el problema, lo que pueden hacer es darles un permiso de trabajo para legalizarlos y establecer, por ejemplo, que paguen por esos servicios mientras no los cubran con sus impuestos.
Si les hacen caso los políticos estadounidenses a los centroamericanos, esos US$2 mil millones solo servirán para ampliar las billeteras de los segundos, sin ningún efecto en la migración.
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