La desconfianza en la economía hunde a los gobernadores de Obama
Los gobernadores demócratas pierden puestos emblemáticos de cara a 2016
El gran bastión demócrata de Nueva Inglaterra se resquebraja
Los estadounidenses están cansados de sueños. Quieren realidades, para desgracia de Obama y su partido. Sobre todo en lo que afecta a la economía. Sólo el 27% cree que su bolsillo mejorará el próximo año, un dato terrible si se tiene en cuenta que los indicadores de EE UU están en positivo. Sobre esta premisa cabe entender el desastre demócrata en las elecciones del martes para 36 puestos de Gobernador. De ellos, 24 fueron a parar a manos republicanas y 11 al bando demócrata, si se concede que el triunfo del independiente Bill Walker en Alaska, al que apoyó el partido azul, es en parte suyo. El último cargo en liza, el de Vermont, lo decidirá la Asamblea estatal por no haber logrado ninguno de los candidatos la mayoría suficiente. Los conservadores, que defendían 22 territorios, sólo cedieron dos (Pensilvania y Alaska) y arrebataron al menos cuatro capitales a sus rivales.
La batalla por los Gobernadores, aquellos que toman decisiones que afectan a los ciudadanos (impuestos, educación, sanidad…), ha dejado pésimas noticias para los demócratas y claves a favor de sus contrincantes en la carrera para la Casa Blanca en 2016. El partido conservador ha ganado en Estados muy relevantes para el duelo presidencial, como Florida, Michigan o Wisconsin. Además, ha arrebatado a los demócratas lugares de gran significado como Illinois (el Estado del presidente), Arkansas, Maryland o Massachusetts.
Los republicanos han ensanchado su dominio territorial con una agenda, en muchos casos, alejada de las tesis del Tea Party, en las que se apoyaron en 2010. La subida del salario mínimo, la lucha contra la pobreza y cuestiones como el aborto o los matrimonios homosexuales han conducido a algún contendiente a la victoria. Es el caso de Charlie Baker en Massachusetts. En unas elecciones de las que han salido por primera vez 100 mujeres para el Congreso, la agenda social ha sido clave, como ha comprobado Rob Astorino en Nueva York, aplastado por Andrew Cuomo y por su fama de ultraconservador. Un detalle: las cuatro mujeres que aspiraban a ser reelegidas lo lograron, entre ellas Susana Martínez, republicana de Nuevo México.
Para los demócratas las alegrías han sido escasas. Más allá de triunfos cantados como las reelecciones de Cuomo en Nueva York o Jerry Brown en California, las sonrisas de la noche las pusieron Gina Raimondo en Rhode Island, Maggie Hassan en New Hampshire y Thomas Wolfe en Pensilvania. El triunfo temprano y cantado de Wolfe sobre el republicano Tom Corbett, que aspiraba a la reelección, hizo albergar esperanzas, pero fue un espejismo. En los trece Estados en los que la batalla fue más incierta (Florida, Georgia, Connecticut, Illinois, Kansas, Massachusetts, Maine, Michigan, Rhode Island, Maryland, Colorado, Wisconsin y Alaska), los republicanos se hicieron con al menos nueve. De 19 gobernadores republicanos que aspiraban a la reelección lo consiguieron 17. En el bando demócrata, nueve aspiraban a algo similar. Lo consiguieron siete. Obama hizo campaña en Wisconsin, Connecticut, Maine, Pensilvania y Michigan. No sirvió de mucho.
Entre los contendientes victoriosos a tener en cuenta para la carrera presidencial destacan los conservadores Scott Walker (Wisconsin), Rick Scott (Florida), Rick Snyder (Michigan) y Bruce Rauner (Illinois). El gobernador de Wisconsin aspiraba a un segundo mandato con su etiqueta de favorito para los sectores más conservadores por sus ideas sobre el aborto y sus restrictivas medidas para ejercer el voto. Afrontaba un duelo difícil contra la demócrata Mary Burke. Sin embargo, Walker se impuso al final por seis puntos de diferencia. Walker no fue el único aupado al poder con la oleada conservadora de 2010 que tuvo que emplearse a fondo. Otro caso fue Sam Brownback en Kansas. Los sondeos no apostaban por él, sino por el demócrata Paul Davis. Sin embargo, ayer recibió un importante aval con su apurada victoria.
Florida fue uno de los Estados donde la batalla fue más enconada. Finalmente se impuso por escaso margen el gobernador republicano Rick Scott, que tuvo que superar su impopularidad por medidas contra el aborto y un recorte de presupuestos, entre otras. Enfrente tuvo a Charles Crist, exgobernador republicano reconvertido en demócrata. Ambos se habían empleado a fondo con ataques sin tregua y un gasto electoral de casi 100 millones de dólares entre los dos. En 2010, Scott gastó de su bolsillo 70 millones.
El republicano Rick Snyder se sobrepuso en Michigan al tirón final del demócrata Mark Schauer. Pese a la enemiga de los sindicatos tras recortar su financiación pública, salió airoso con su gestión para sacar de la bancarrota a Detroit. En Illinois, el republicano Rauner desbancó al demócrata Pat Quinn gracias, en parte, a los 27 millones de dólares propios que invirtió en la campaña,
En Nueva York, Cuomo derrotó al conservador Rob Astorino. La campaña del Gobernador demócrata, basada en una ambiciosa propuesta igualitaria para las mujeres y en sus logros económicos fue insuperable para un rival que no logró quitarse de encima la etiqueta de ultra. El holgado triunfo de Cuomo, en contraste con el desastre de su partido, le otorga margen para empresas mayores.
No menos interesante fue lo sucedido en los seis Estados de Nueva Inglaterra (Maine, Vermont, New Hampshire, Massachusetts, Connecticut y Rhode Island), tradicional territorio demócrata. Los republicanos conservaron Maine con el ultraconservador Paul LePage. Los demócratas, por el contrario, perdieron Massachusetts ante el republicano Charlie Baker, que defiende el aborto y los matrimonios homosexuales. En Connecticut, el duelo entre el gobernador Dan Malloy y el republicano Tom Foley se anunciaba apretado, y lo fue. En 2010, Foley perdió por solo 6.500 votos. Este miércoles, tras un largo escrutinio, Foley aceptó su derrota y la reelección de Malloy.
Desde el punto de vista del largo camino hacia la Casa Blanca, dos figuras republicanas que no concurrían salen reforzadas, el Gobernador de Nueva Jersey, Chris Christie, y el senador de Kentucky Rand Paul. Como presidente de los Gobernadores republicanos, Christie se volcó en apoyar a sus compañeros, viajando de Estado en Estado. Tras el éxito en plazas como Florida, Michigan, Wisconsin, Illinois, Maryland o Arkansas, las credenciales de Christie han subido como la espuma. Más perjudicada salió Hillary Clinton, número uno en las quinielas demócratas para la carrera presidencial. El mal resultado de aquellos a quienes apoyó le pasa factura ahora. Paul no tardó en colgar en su cuenta de Twitter que la gran perdedora de la noche era, precisamente, ella.
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