Hombres fuertes y frágiles
Trump intenta colocarse por encima de la ley al exigir el final de la pesquisa sobre la trama rusa
Pobre Trump. Tanto cultivar una imagen tan hiperbólica para encarnar la parte americana de esa cosecha de strong men que se abre camino por todo el mundo a costa de la democracia y del orden internacional liberal. Y, sin embargo, el hombretón que gusta de identificarse como «un genio muy estable» no deja de lloriquear cuando funciona el sistema de controles y equilibrios que caracteriza a la democracia de Estados Unidos. Un sistema, no hay que olvidar, pensado de forma casi obsesiva contra la acumulación y el abuso de poder.
En su torticera genialidad, Trump lo entiende todo menos la separación de poderes. O, mejor dicho, la división tan americana del poder entre diferentes instituciones. Y cuando el mega-presidente observa de cerca cómo funcionan los engranajes de ese sistema se preocupa y con razón. Sobre todo, con las pesquisas del fiscal independiente Robert Mueller sobre la presunta conspiración criminal entre su candidatura para la Casa Blanca y el Kremlin. Un caso del que forma parte el juicio federal iniciado esta semana contra su ex jefe de campaña, el muy comprometido Paul Manafort.
Al exigir al ministro de Justicia, Jeff Sessions, que acabe con la investigación independiente, Trump intenta colocarse por encima de la ley. Más que nada porque anticipa que esta saga que él denuncia como una intolerable caza de brujas va a terminar mal, muy mal. Entre otras cosas porque Mueller en su metódico trabajo contra viento y marea no hace más que acumular evidencias y testimonios sobre la profunda corrupción que facilitó la victoria de Trump en virtud realmente de 80.000 votos en tres estados de la Unión.
En Washington vuelve a sonar la palabra impeachment que no es un recurso para aquellos que han perdido unas elecciones o cuestionan con toda vehemencia las decisiones tomadas en el despacho oval. Según el profesor Cass R. Sunstein, es un recordatorio constitucional de que el poder reside en We the People, incluso a la hora de exigir responsabilidades a los presidentes que abusan de su privilegiada posición.
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