Sanctions To Weaken Iran

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La respuesta bélica de Irán al asesinato selectivo ejecutado el pasado viernes por EEUU contra el número dos del régimen, Qasem Soleimani, no ha provocado un cambio sustancial en la estrategia de la Administración estadounidense con respecto a la teocracia iraní. Desde su llegada a la Casa Blanca, Donald Trump apostó por abandonar la política de contención y apaciguamiento, concretada en el pacto antinuclear promovido por su antecesor Barack Obama y respaldado por la UE, para imponer sanciones económicas al régimen de los ayatolás. A pesar de que los ataques iraníes contra dos bases estadounidenses en Irak no han provocado ninguna baja y solo han causado “daños mínimos”, Trump anunció nuevas sanciones contra Irán, una estrategia que ha demostrado ser bastante dañina para un régimen que no oculta sus intenciones de desarrollar armamento nuclear a medio plazo. El presidente norteamericano, además, hizo un llamamiento a la OTAN y a países como Francia, Reino Unido y Rusia para que abandonen el acuerdo nuclear firmado en 2015 y se sumen al esfuerzo que sobre el terreno está liderando EEUU con el objetivo de frenar el expansionismo iraní en la región, cuyo principal impulsor era el general Soleimani.

Esto último es precisamente lo que quiere evitar el régimen islámico, que ayer, por boca de su líder supremo, Ali Jamenei, exigió la retirada completa de la presencia estadounidense en la zona, afirmando que la “región ya no tolera más la presencia de Estados Unidos”. No hay que olvidar que desde que en 2010 Obama ordenó la retirada paulatina de las fuerzas desplegadas en Irak, Irán no ha dejado de ampliar su influencia en los países vecinos con una agresiva política impuesta a través de actos terroristas y subversivos. Han sido sus milicias las que han sostenido al criminal dictador Bashar Asad al frente de Siria, ayudándole a ganar la guerra; y gracias a grupos terroristas como Hizbulá, Hamás y la Yihad Islámica, Irán mantiene un control casi absoluto del Líbano y somete a un implacable acoso a Israel.

Con Irak la estrategia es la misma, ya que gran parte de las fuerzas armadas iraquíes están formadas por ex milicianos chiítias que actúan siguiendo órdenes del régimen iraní, y varios grupos radicalizados atentan contra intereses norteamericanos en el país. EEUU calcula que una parte importante de sus bajas la han causado esta milicias, que están también detrás del último asalto a su embajada en Bagdad. Esta es la razón por la que la Casa Blanca declaró en abril a la Guardia Revolucionaria iraní como organización terrorista extranjera y situó en su punto de mira a Soleimani, líder de la Fuerza Quds, responsable de cientos de atentados terroristas en la zona. Su asesinato, ejemplo de unilateralismo irresponsable de Trump, ha abierto un escenario de tensión de consecuencias imprevisibles que urge desescalar para evitar lo peor.

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