“En los centros de vacunación que gestiona la ciudad cuando te pones la primera dosis… recibirás cien dólares”. La pregunta se precipita: ¿adónde? Las noticias internacionales presentan las palabras de Bill de Blasio, alcalde de Nueva York.
De un extremo a otro o, como dirían los politólogos y economistas, “de norte a sur”, de la abundancia a escasez.
Hay renuencia a la vacunación contra el covid en Estados Unidos, pero también en otros muchos países, pues al pensamiento personal, las condiciones en la sociedad se suman al fuerte impacto de las publicaciones, muy numerosas en las redes sociales, que calan y calan directamente, sin pensamiento crítico, en millones de personas.
Premio o castigo. Los incentivos para acercar a los ciudadanos a los centros de vacunación han ido apareciendo con más fuerza en la medida en que la curva de proceso de inmunización descendía, evidencia ahora de mayor riesgo por la variante delta, con aumento en contagios.
En la Gran Manzana, el vacunado con la primera dosis entraba en la lista para la rifa de 10 millones de dólares, recibía hamburguesa …
En otros países como Francia, la nalgada para quienes no se acerquen a los centros de vacunación, particularmente los jóvenes, cierra puertas y restringe las salidas. Grandes empresas exigen inmunización a sus colaboradores para reanuda actividades al pleno. Para los sanitarios, obligación o pruebas semanales de estar sano.
Unos tanto y otros tan poco.
Pero esa es la realidad aun en la pandemia, con riesgo para todos, pues es suficiente que haya un foco para desde él dar el salto y contaminar. A la gravedad de no conocer aún la víspera y el primer día de contagio se suma la inmensa, casi infinita, desigualdad en el tratamiento del mal con incentivos para unos, castigo para otros y angustiante espera para terceros, que a gotas reciben alivio.
Las propuestas para reducir y eliminar este desequilibrio no pasaron de intenciones y rimbombantes declaraciones al más alto nivel. Habrá que luchar con lo que hay, soñar despierto, como hemos señalado reiteradamente, e ir forjando tiempos mejores desde tan difícil presente, particularmente para niños y jóvenes atrapados en el dramático e ignorado después ¿qué?
La respuesta a ese futuro es compleja, pero de inmediato urge vacunar, vacunar. “Hay mucha población adulta que ha rechazado la vacuna, sobre todo en las áreas semiurbanas y rurales señalaba una oficial de Salud. Entre nosotros ¿incentivos? La vida, aunque sea nivel de supervivencia, y campañas intensas para evitar la espera y fila de entrada a los hospitales en extrema gravedad.
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