Joe Biden se encuentra con el Papa Francisco
Una reunión diplomática se transforma en una controversia teológico-sacramental
El viernes 29 de octubre el presidente Joe Biden tuvo una inusualmente larga audiencia con el papa Francisco. El comunicado del Vaticano señala que en el transcurso de la reunión se habló del compromiso común con la protección y el cuidado del planeta, de la lucha contra la pandemia del COVID-19, así como del tema de los refugiados y la asistencia a los migrantes.
También se hizo referencia a la protección de los derechos humanos, incluido el derecho a la libertad de religión y de conciencia. Así mismo, las conversaciones permitieron tocar algunas cuestiones relativas a la actualidad internacional, también en el contexto de la Cumbre del G20 en Roma, y sobre el fomento de la paz mundial mediante la negociación política.
Sin embargo, Reuters preguntó a Biden, pocas horas después, si el tema del aborto había sido tratado con el Papa. A lo que respondió: “No, no se trató. Sólo hablamos del hecho de que yo estaba feliz, que era un buen católico y que debo seguir recibiendo la Comunión”.
De inmediato, diversos medios de comunicación católicos y no católicos en Estados Unidos, Europa y América Latina lanzaron ácidas críticas al Presidente por su apoyo al aborto y las suspicacias hacia una supuesta “permisividad” del Papa.
La doctrina de la Iglesia católica sobre el crimen que representa el aborto procurado no tiene sólo su origen en la verdad revelada, sino en la abundante literatura científica que muestra que un verdadero organismo humano se constituye como sistema desde el momento de la singamia.
Por ello, quitar deliberadamente la vida a un ser personal —en cualquier estadio de su desarrollo— es considerado un pecado grave y un crimen. Biden ha afirmado que él no es favorable al aborto, pero que como servidor público está obligado a actuar conforme a la norma positiva vigente y a las políticas públicas en turno. Así las cosas, su situación desde el punto de vista del fuero externo no es conforme a la enseñanza de la Iglesia en estas delicadas materias.
Ahora bien, la determinación moral del pecado mortal requiere de conocer elementos propios del fuero interno: pleno conocimiento, deliberado consentimiento, además de la materia grave. Es en el ámbito de la confesión individual y/o de la dirección espiritual en que un diálogo de fuero interno puede desarrollarse. Justo ahí, en algunas ocasiones, pueden descubrirse atenuantes que eventualmente permiten a una persona acercarse a la eucaristía si existe arrepentimiento, aún cuando la situación en el fuero externo no haya podido modificarse aún. En una palabra, la materia grave no basta para definir el pecado mortal, sino que tienen que concurrir los tres elementos esenciales que todo niño aprende en el catecismo.
Es facultad exclusiva del confesor conceder, eventualmente, la absolución y definir la forma cómo el penitente puede tener acceso a la Eucaristía, procurando evitar el escándalo. Así, Joe Biden merece, como cualquier persona, ser comprendido a la luz de la enseñanza integral de la Iglesia y no a partir de algunos fragmentos, que por parciales, resultan ideológicos. Los observadores externos no deben realizar afirmaciones que invadan el discernimiento que es preciso hacer estrictamente en diálogo de fuero interno.
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