Justicia para el Capitolio
El primer juicio a uno de los asaltantes del 6 de enero envía una poderosa señal al mundo extremista de EE UU
Un jurado federal de Estados Unidos necesitó el martes apenas dos horas y media de deliberación para declarar culpable al primer extremista juzgado por delitos relacionados con el asalto al Capitolio del 6 de enero de 2021. Guy Reffitt, de 49 años y residente en Texas, estaba acusado de cinco delitos que le pueden acarrear hasta 20 años de prisión. La sentencia se conocerá en junio. Se trata de la primera condena en una sala de juicios por aquellos hechos, 14 meses después, y envía un potente mensaje de la justicia norteamericana en varios niveles, principalmente hacia un peligroso universo político que lleva un año tratando de blanquear lo que allí sucedió a la vista del mundo entero.
A pesar de la falta de titulares llamativos, la sentencia de este martes revela que la fiscalía tiene herramientas para hacer justicia en un caso enormemente complicado. El FBI calcula que más de 2.000 personas llegaron a entrar en el Capitolio aquel día. Alrededor de 750 personas han sido detenidas. De ellas, 210 se han declarado culpables y 39 han sido condenados a penas de prisión. Reffitt ha sido el primer caso en llegar a juicio, y el veredicto de culpabilidad es inequívoco y contundente. El precedente supone un aviso a los 500 procesos pendientes sobre la conveniencia de declararse culpables antes de arriesgarse a ir a juicio. Reffitt abre la puerta a que, en el balance final, haya cientos de culpables condenados por el intento de golpe de anular la elección por la fuerza.
El veredicto coincidió además en la fecha con la detención de Enrique Tarrio, líder del grupo ultra Proud Boys, una banda de extremistas notoria por haber recibido la complicidad tácita de Donald Trump. Los cargos de Tarrio tienen que ver con la coordinación del ataque, lo que revela una investigación de la preparación profunda del asalto, no solo el estallido de ira espontáneo de la turba. La investigación se acerca también a los más estrechos colaboradores de Trump en la Casa Blanca.
Falta un último ámbito de responsabilidad, el político. A principios de febrero, el Partido Republicano alcanzó un nuevo nivel de indignidad cuando calificó en un documento político a los asaltantes del Capitolio como “personas corrientes” y al asalto en sí como “legítimo discurso político”. Pero en paralelo, los tribunales están por fin en el camino de establecer como verdad judicial lo que el mundo entero vio por televisión: que una turba coordinada por un grupo de ultras intentó dar un golpe de Estado a favor de Donald Trump.
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