While the headlines of the General Assembly of the United Nations focus on the Israeli-Palestinian dispute, there is another conflict that is going largely unnoticed, despite the fact that it is causing more deaths: the drug war in Mexico, Central America and northern South America. To my surprise, in his opening speech to the General Assembly, President Barack Obama spoke at length about Palestine, Iraq, Afghanistan, Libya, Tunisia, Egypt, Syria, Yemen, Côte d'Ivoire and several other world conflicts, but he omitted the one that is right on the U.S. border.
Obama’s speech on all these crises had several truths, including his reminder to the world that Israel has legitimate security concerns after having been invaded several times by its neighbors. But it was strange that Obama did not mention, even once, the words “drugs,” “cartels,” “organized crime” or “Mexico” in his speech. He ignored a war that has caused nearly 40,000 deaths over the past five years in Mexico alone, many more than have been caused during the recent uprisings in the Middle East, and that is becoming one of the greatest obstacles to economic growth in the region.
The most violent region
According to the UN Development Program (UNDP), Latin America is one of the most violent regions in the world, with an annual average of 25 murders per 100,000 inhabitants. Last year 18,000 people were killed in Central America, forcing governments to spend $4 billion in security, a 60 percent increase over the last four years, according to UNDP figures.
Predictably, one of the few presidents who did bring up the problem was Felipe Calderon of Mexico.
Minutes after Obama spoke about the tyrants who repress their people in Iran, Libya, Syria and other countries, Calderon said, “We must be aware, my friends, that organized crime is now killing more people than all dictatorial regimes together. Tens of thousands of people, especially between Mexico and the Andes, are dying.”
Calderon said drug cartels are becoming more powerful than many governments in the region thanks to the fabulous profits they receive from drug sales, and because they have easy access to high-powered weapons that come from the United States.
What is the solution? The United States and other countries producing high-powered weapons should establish tighter controls to prevent these weapons from ending up in the hands of drug cartels, Calderon said. Additionally, drug-consuming countries must do more to reduce demand, he added.
With proponents of drug legalization placing themselves closer than ever, Calderon said that if the U.S. and Europe fail to reduce drug use, they should explore “other options, including alternative means of preventing drug trafficking from being the origin of violence and death in Latin America and the Caribbean.”
Rafael Fernandez de Castro, a professor at ITAM University in Mexico, who, until recently, was an advisor to Calderon and is operating a UNDP study on violence in Latin America, said that despite Obama’s government’s public admission in 2009 that the U.S. has to take co-responsibility in drug violence in Mexico, not much has changed since then.
“The U.S. strategy has not changed much; it is still based on drug interdiction in Mexico and Central America. In other words, they continue to wage war on its southern border,” he said. “If we don't do something quickly, this cancer will end up destroying our democracy.”
A big mistake
My opinion: There is no doubt that Obama has good reason to focus on the Israeli-Palestinian dispute and on Iraq and Afghanistan, but he made a big mistake by not talking about the drug war in America’s neighboring countries.
It is a bloody conflict that has left a huge number of people dead, undermined institutions, and is becoming the greatest obstacle to economic growth in the region. It not only drains resources that should be allocated to education and health, but is driving investment and tourism down.
There are many things that Washington could do, including controlling the sale of semiautomatic weapons, starting a serious debate about whether the legalization of marijuana would allow more resources to more heavily combat drug use, and, as suggested in an article by Mark Kleiman in the magazine Foreign Affairs, focusing narcotic squads on fighting violent drug traffickers instead of indiscriminately pursuing all drug traffickers.
Rather than ignore the problem, Obama should put the drug war alongside the conflicts of the Middle East at the center of the global political agenda, and do more to resolve it in a more efficient manner.
Mientras los titulares sobre la Asamblea General de las Naciones Unidas se centran en la disputa palestino-israelí, hay otro conflicto que está pasando casi desapercibido pese al hecho de que está causando muchas más muertes: la guerra del narcotráfico en México, América Central y el norte de Sudamérica. Para mi sorpresa, en su discurso inaugural de la Asamblea General, el presidente Barack Obama habló extensamente sobre Palestina, Irak, Afganistán, Libia, Túnez, Egipto, Siria, Yemen, Costa de Marfil y varios otros conflictos mundiales, excepto el que está al lado de Estados Unidos.
El discurso de Obama sobre todas estas crisis tuvo varios aciertos, incluyendo su recordatorio al mundo de que Israel tiene legítimas preocupaciones de seguridad tras haber sido invadido varias veces por sus vecinos. Pero resultó raro que Obama no mencionara siquiera una vez las palabras “drogas”, “carteles”, “crimen organizado” o “México” en su discurso, ignorando una guerra que ha costado casi 40,000 muertes solamente en México en los últimos cinco años --muchas más que en las recientes rebeliones del Medio Oriente-- y que se está convirtiendo en uno de los mayores obstáculos para el crecimiento económico de la región.
La región más violenta
Según el Programa de Desarrollo de Naciones Unidas (PNUD), Latinoamérica es una de las regiones más violentas del mundo, con un promedio anual de 25 asesinatos por cada 100,000 habitantes. El año pasado 18,000 personas fueron asesinadas en Centroamérica, obligando a los gobiernos a gastar $4,000 millones en seguridad, un aumento del 60 por ciento con respecto a lo que habían gastado hace cuatro años, según cifras del PNUD.
Como era previsible, uno de los pocos presidentes que planteó el problema fue Felipe Calderón, de México.
Minutos después de que Obama hablara sobre los tiranos que reprimen a sus poblaciones en Irán, Libia, Siria y otros países, Calderón dijo que “debemos tener conciencia, amigas y amigos, que el crimen organizado hoy en día está matando más gente que todos los regímenes dictatoriales juntos. Decenas de miles de personas, particularmente entre México y Los Andes, están muriendo”.
Calderón dijo que los carteles de narcotráfico se están volviendo más poderosos que muchos gobiernos de la región gracias a las fabulosas ganancias que les reporta la venta de droga, y porque tienen fácil acceso a las armas de alto poder que vienen de Estados Unidos.
¿Cuál es la solución? Estados Unidos y otros países productores de armas de alto poder deben establecer controles más severos para impedir que estas armas terminen en manos de los carteles de droga, dijo Calderón. Asimismo, los países consumidores de drogas deben hacer más para reducir la demanda, agregó.
Colocándose más cerca que nunca de quienes proponen la legalización de las drogas, Calderón dijo que si Estados Unidos y Europa no logran reducir el consumo de drogas, deberían explorar “otras opciones, incluyendo alternativas de mercado que eviten que el narcotráfico siga siendo el origen de la violencia y de la muerte en América Latina y el Caribe”.
Rafael Fernández de Castro, profesor de la universidad ITAM de México, quien hasta hace poco fue asesor de Calderón y que está conduciendo un estudio del PNUD sobre la violencia en Latinoamérica, me dijo que pese a la admisión pública del gobierno de Obama en el año 2009, de que Estados Unidos tiene una co-responsabilidad en la violencia del narcotráfico en México, desde entonces no ha cambiado gran cosa.
“La estrategia de Estados Unidos no ha cambiado mucho: sigue basada en la interdicción de drogas en México y América Central. O sea, siguen librando la guerra al sur de su frontera”, me dijo. “Si no hacemos algo rápido, este cáncer terminará destruyendo nuestras democracias”.
Un gran error
Mi opinión: No hay duda de que Obama tiene buenas razones para concentrarse en la disputa palestino-israelí, en Irak y Afganistán, pero cometió un gran error al no hablar de la guerra del narcotráfico en sus países vecinos.
Es un conflicto sangriento que además de dejar una enorme cantidad de muertos y socavar las instituciones, se está convirtiendo en el mayor obstáculo para el crecimiento económico de la región. No solo drena recursos que deberían destinarse a educación y salud sino que está ahuyentando las inversiones y matando el turismo.
Hay muchas cosas que Washington podría hacer, incluyendo controlar más las ventas de armas semiautomáticas, iniciar un debate serio sobre si la legalización de la marihuana permitiría destinar más recursos a la lucha contra el consumo de drogas más pesadas, y ñtal como lo sugiere un artículo de Mark Kleiman en la revista Foreign Affairsñ centrar la lucha antidrogas en el combate contra los narcotraficantes violentos, en lugar de perseguir indiscriminadamente a todos los narcotraficantes.
En lugar de omitir el problema, Obama debería ponerlo junto con los conflictos del Medio Oriente en el centro de la agenda política mundial, y hacer mucho más por resolverlo conjuntamente de una forma más efectiva.
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