Mandela: An Example and an Inspiration for Obama?

Published in La Crónica de Hoy
(Mexico) on 11 December 2013
by Concepción Badillo (link to originallink to original)
Translated from by Patricia OConnor. Edited by Kyrstie Lane.
It is difficult to imagine that President Enrique Peña Nieto would invite his predecessor, Felipe Calderón, or any of his other rivals to join him on a trip to Johannesburg to attend Nelson Mandela’s funeral. However, providing a good example of a democracy that works or perhaps just a quiet tribute to the South African leader, Obama brought along the man who immediately preceded him in the job, as well as the woman who may succeed him in the Oval Office.

Former President George W. Bush and his wife and former first lady, Laura, as well as former Secretary of State Hillary Clinton, considered to have the best chance of reaching the White House in 2016, accompanied the president and his wife, Michelle, on Air Force One to attend the mournful event.

Analysts believe that the 16-hour flight shared by these political figures gives strong testimony to Mandela’s influence on the lives of American public servants, who are trying to follow his example of reconciliation and unity in spite of their differences.

However, this is not the first time that an occupant of the White House has invited one of his predecessors to travel with him. In 1981, Gerald Ford and Jimmy Carter flew to Egypt together for the funeral of assassinated President Anwar al-Sadat. In 2004, Bush and Bill Clinton went to Asia together to travel around the areas devastated by the tsunami. But given the current divisions in Washington and across the country, Obama’s gesture is highly significant.

Mandela’s funeral served as a rare opportunity for Obama to meet with most of the living former presidents, regardless of their party affiliations. Clinton traveled directly from Río de Janeiro, where he had been visiting; Carter, a close friend of Mandela’s, traveled on his own. According to his spokesperson, George H.W. Bush (the father), now 89, is no longer able to make long trips.

Obama is frequently compared to Mandela. They are both the first elected black presidents of their countries. Both received the Nobel Peace Prize and both governed and lived in countries marked by inequality and racism. For Obama, the deceased president of South Africa was his idol and someone who influenced him greatly. Having studied the speeches and writings of the South African leader as a university student, Obama noted that he couldn’t imagine his own life without Mandela’s example.

Obama said that on the day that Mandela was released after spending 27 years in prison, he understood what human beings could accomplish when guided by hope, not fear.

When Obama became president, Mandela had already retired from public life. However, during his last visit to Washington in 2005, Mandela wanted to meet the young senator who was making giant steps in his political life, so he invited Obama to his hotel. Today, a photo of that meeting is displayed in the private office of Obama, now president.

After that meeting, Obama and Mandela only had short telephone conversations, including in 2008 when the South African leader called to congratulate Obama on his electoral victory. Obama called Mandela in 2010 after a tragic car accident killed his granddaughter. In 2011, the first lady and her daughters, Malia and Sasha, visited Mandela in South Africa, but several months later when Obama traveled to the country, Mandela was already too weak and sickly to receive visitors.

The death of his idol comes at a time when President Obama needs inspiration to get his presidency back on track. It is a time of unprecedented political deadlock. Obama has a very low approval rating from the public and a very diminished possibility of achieving his campaign promise to end racial and class divisions.

According to The Washington Post, the public euphoria for the U.S. president displayed at the Soweto stadium (as well as during other international trips) shows that outside the U.S., Obama is still an inspiration. According to the Post, the way his speech was received may just give Obama the inspiration his administration needs to find new ways of dealing with political opponents.

The topic of Obama’s speech was political and personal reconciliation, the best example of which was his handshake with Cuban President Raul Castro, a moment which will certainly bring strong criticism from the Republicans. To be sure, there is no lack of attacks on the president — why Mandela’s funeral but not Thatcher’s? Did he go to South Africa to distract a frustrated American public from the failed health care law? And, if they only met once, how could Mandela have influenced Obama’s life so profoundly? Inspired or not, the president finds himself at a time when he just can’t win.


Difícil imaginarse que el presidente Enrique Peña Nieto invitaría a su predecesor Felipe Calderón o a quienes fueron sus rivales, a viajar con él a Johannesburgo para asistir a los funerales de Nelson Mandela. Sin embargo, en un buen ejemplo de una democracia que funciona, o quizás en un callado homenaje al líder sudafricano que se fue, Obama llevó consigo al hombre que le antecedió en el puesto y a la mujer que podría sucederlo en la Oficina Oval.

Con el presidente de Estados Unidos y su esposa Michelle, abordo del Fuerza Aérea número Uno viajaron a la ceremonia luctuosa el ex presidente George W. Bush, su esposa Laura y quien fuera también Primera Dama, la ex secretaria de Estado Hillary Clinton, considerada como quien más posibilidades tiene de llegar a la Casa Blanca en 2016.

Para los analistas el vuelo de 16 horas que estos políticos hicieron juntos es el más grande testimonio de la influencia que Mandela causó en la vida de los funcionarios públicos estadunidenses, que lo consideran el ejemplo a seguir en busca de reconciliación y unidad a pesar de las diferencias.

Sin embargo, no es la primera vez que un jefe de la Casa Blanca invita a viajar con él a quienes lo precedieron. En 1981 Gerald Ford y Jimmy Carter compartieron el vuelo a Egipto para los funerales del asesinado presidente Anwar el-Sadat; en 2004 Bush y Bill Clinton fueron juntos a Asia para recorrer las áreas devastadas por el tsunami. Pero aún así no deja de llamar la atención el gesto de Obama en tiempos como los actuales, cuando esta capital y todo el país parecen más divididos políticamente que nunca.

De esta manera, el homenaje a Mandela se convirtió en una rara ocasión en que se reúnen Obama y casi todos los ex presidentes que siguen vivos, sin importar de que partido. Clinton viajó directamenete de Río de Janeiro donde estaba de visita y Carter, que fuera gran amigo de Mandela, viajó por su cuenta. George H.W Bush, el padre, con 89 años de edad, ya no está en capacidad de hacer viajes largos, dijo su portavoz.

Para Obama, a quien frecuentemente se le compara con Mandela porque ambos fueron electos como el primer presidente negro de su país, ambos ganaron el Premio Nobel de la Paz y ambos gobernaron y vivieron en naciones marcadas por la desigualdad y el racismo, el fallecido presidente de Sudáfrica fue un ídolo y una influencia que él mismo ha dicho, marcó su existencia: “No me puedo imaginar mi vida sin el ejemplo que él nos dio”, ha dicho el mandatario, quien al parecer estudió los discursos y escritos del líder sudafricano en su época de universitario.

“El día que Mandela fue puesto en libertad después de 27 años en prisión entendí lo que los seremos humanos pueden hacer cuando se dejan guiar por la esperanza y no por el miedo”, ha dicho Obama.

Para cuando Obama llegó a presidente, Mandela se había retirado ya de la vida pública. No obstante en un último viaje que hizo a Washington en 2005, quiso conocer al entonces joven senador que ascendía a pasos agigantados en la política y lo invitó a su hotel. La foto del encuentro adorna hoy la oficina personal del ahora mandatario.

Después de eso Obama y Mandela sólo tuvieron cortas conversaciones telefónicas, incluyendo cuando el líder sudafricano le llamó en 2008 para felicitarlo por su triunfo electoral y Obama lo llamó en 2010 tras el accidente automovilístico en que falleciera una nieta de Mandela. El 2011 la Primera Dama y sus hijas Malia y Sasha estuvieron con él en Sudáfrica, pero ya estaba demasiado débil y enfermo para recibir visitas cuando Obama hizo al viaje a ese país meses después.

La muerte de su ídolo, le llega al presidente Obama en momentos en que mas inspiración necesita para sacar a flote su presidencia, cuando cuenta con aprobación mínima del público, estancamiento política sin precedentes y cuando parece muy lejana la posibilidad de que pueda cumplir su promesa de lograr que este país deje atrás las divisiones de clases y de razas que prometió en campaña.

De acuerdo al Washington Post la euforia del público que este martes aclamó al presidente estadunidense en el estadio de Soweto y otros viajes que el mandatario ha hecho al extranjero dejan ver que fuera de aquí Obama y su vida todavía inspiran a muchos. Según el diario la manera en que su discurso fue recibido podría proporcionarle al presidente la inspiración que le falta a su administración para encontrar nuevas maneras de hacerle frente a sus opositores políticos.

El tema del discurso de Obama fue la reconciliación, política y personal y ésta pareció tener su mejor ejemplo en el apretón de manos con el presidente cubano Raúl Castro, un hecho que seguramente le acarreará fuertes críticas de los republicanos. Ya de por sí aquí los ataques no han faltado: ¿Por que fue al funeral de Mandela y no asistió al de Margaret Thatcher? .¿Viajó a Sudáfrica para desviar la atención del público frustrado con el fracaso de su ley de salud? Y, ¿cómo es que si sólo lo vio una vez Mandela influyó tanto en su vida? Inspirado o no el presidente ha llegado a un punto en que no gana.
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