There are concerns about some of Trump's aides and the power they have acquired because of their proximity to the president.
President Donald Trump seems determined to set precedents of all kinds in the U.S. government.
Many of his proposals are far from positive and, given their apparent transactional nature, they cast ethical questions on his presidency, cast a negative light on his country, and put the world in a position of having to choose between bad and worse.
For starters, during his first month in power in the United States, he has sought to become the axis of power by centralizing it in his office. The British newspaper The Guardian recently noted that “every national capital knows by now that in Trump’s world, power flows through personal connection to the president.”
The problem is that where decisions were previously made on the basis of suggestions and deliberation, today they come from “a volatile leader capable of swinging from fulsome support to public vituperation in a heartbeat, depending in large part on who has Trump’s ear.”
And Trump, according to The Economist, another British publication, “has assumed the role of kingpin; behind him are some of the main players in a new, mafia-like struggle for global power,” in a “might-is-right world in which big powers cut deals and bully small ones.”
During his first administration between 2017 and 2021, The Washington Post adopted a slogan: “Democracy Dies in Darkness,” but now, according to the growing number of critics of Jeff Bezos, who owns the newspaper, they claim that “democracy dies in broad daylight,” after reporting his growing closeness to the president.
After all, the White House seems to be planning to control at least the information coming out of the White House and to limit the action of traditional or critical media by determining who has access, who can travel in close proximity to the president, and who can ask questions at daily press conferences.
White House spokespeople said it was not about censorship or anything like it, but about giving voice and opportunity to nontraditional media and, incidentally, to organizations linked to the Make America Great Again movement.
But it is a transparent attempt to weaken organizations that do not follow the dictates of the president 100%: the now expelled Associated Press agency, which refused to use the name “Gulf of America” as Trump has christened the “Gulf of Mexico,” in one of his first decrees.
Trump is not alone. Leaders of other powers proceed in a similar way. But this is the nation that until two months ago presented itself as a beacon of democracy.
At the same time, there are concerns about some of Trump's aides and the power they have acquired because of their proximity to the president — and for the potential conflicts of interest this causes for Trump himself and his collaborators.
Hay preocupación en torno a algunos de los colaboradores de Trump y el poder que han acumulado, por su cercanía con el mandatario
El presidente Donald Trump parece determinado a sentar precedentes de todo tipo en el gobierno estadounidense.
Muchas de sus propuestas están lejos de ser positivas y dado su aparente carácter transaccional arrojan cuestionamientos éticos sobre su presidencia, arrojan una luz negativa sobre su país y ponen al mundo ante disyuntivas de elegir entre malo y peor.
De entrada, en su primer mes en el poder en Estados Unidos ha buscado y en gran medida convertirse en el eje del poder al centralizarlo en su oficina. "Todas las capitales nacionales saben a esta altura que en el mundo de Trump, el poder fluye a través de la conexión personal con el Presidente", anotó recientemente el diario británico The Guardian.
El problema es que ahí donde antes se tomaban decisiones a partir de sugerencias y deliberación, hoy salen de "un líder volátil capaz de pasar del apoyo efusivo al vituperio público en un instante", con una opinión variable según quién tenga su atención.
Y Trump, de acuerdo con The Economist, otra publicación británica, "ha asumido el papel de capo; detrás de él están algunos de los principales actores de una nueva lucha mafiosa por el poder global", un mundo donde "la fuerza tiene la razón, y en el que las grandes potencias hacen tratos e intimidan a las pequeñas".
Durante su primer gobierno entre 2016 y 2020, The Washington Post adoptó un lema: "la democracia muere en la oscuridad", pero ahora, de acuerdo con los cada vez más numerosos críticos de Jeff Bezos, el propietario del periódico, aseguran que "la democracia muere a plena luz del día", tras reportarse su creciente cercanía al mandatario.
Después de todo, la Casa Blanca parece en plan de controlar al menos la información que sale de la Casa Blanca y limitar la acción de medios tradicionales o críticos, al determinar quién puede tener acceso, o quiénes podrían viajar en la cercanía del mandatario o plantear preguntas en las conferencias de prensa diarias.
Voceros de la Casa Blanca dijeron que no se trataba de censura ni algo parecido, sino de dar voz y oportunidad a medios no-tradicionales y de paso a organizaciones vinculadas al movimiento de "Hacer a los Estados Unidos Grandes Otra Vez" (MAGA).
Pero es un transparente intento de debilitar a organizaciones que no siguen al cien por ciento los dictados del mandatario: la ahora expulsada agencia Prensa Asociada, declinó usar el nombre "Golfo de América" como Trump bautizó al "Golfo de México" en uno de sus primeros Ukases.
Trump no es el único. Los líderes de otras potencias proceden de similar manera. Pero se trata de la nación que hasta hace dos meses se presentaba como faro democrático...
Paralelamente, hay preocupación en torno a algunos de los colaboradores de Trump y el poder que han acumulado, por su cercanía con el mandatario y posibles conflictos de interés, tanto del propio Trump como de sus colaboradores.
This post appeared on the front page as a direct link to the original article with the above link
.