Suspenseful Omission

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“Tiene derecho a guardar silencio, cualquier cosa que diga podrá ser utilizada en contra suya.”. Este catecismo se debe a Ernesto Miranda, detenido por la policía de Arizona en los años sesenta. Fue llevado a un cuarto para interrogarlo. Después de dos horas firmó una confesión declarándose culpable de violación. Demandó a la policía. El caso llegó a la Suprema Corte. Miranda fue excarcelado. Desde entonces en todas las detenciones policiacas se recita el Miranda Warning. La fórmula se utiliza en prácticamente todas las películas policiacas de Hollywood. Javier Marías, tal vez el mejor escritor del momento, inicia su impresionante novela Tu rostro mañana con una reflexión sobre la letanía de Miranda. Pareciera que este hombre fue un héroe. Para nada. Delincuente de la peor ralea, Miranda fue liberado, a pesar de la evidencia de su culpabilidad. Miranda dejó la cárcel, salió a la calle y fue nuevamente procesado y encarcelado. Al cumplir su condena, entró a un billar donde se dio una riña en la que fue asesinado. La paradoja es que el sospechoso de haberlo matado escuchó, antes de su detención, la retahíla de sus derechos originados por Miranda, su víctima. Uno de los jueces que llegaría a ser presidente de la Suprema Corte, el conservador William Rehnquist, tuvo siempre la intención de abandonar el precedente. Estaba seguro de que el tecnicismo legal propiciaba que los delincuentes regresaran a las calles a hacer sus fechorías. Años después se presentó un caso ideal para renunciar al precedente, pero Rehnquist no se atrevió, pues tuvo que admitir que Miranda era ya parte de la cultura jurídica de Estados Unidos. Es probable que algo similar ocurra con la Ley de Arizona. Es de tal manera violatoria de las más elementales garantías que llegará a la Suprema Corte. Es altamente probable que sea la Corte la que resuelva no solamente la constitucionalidad de la Ley SB 1070, sino las condiciones en que deba regularse el fenómeno migratorio por parte de las autoridades. Ese es el poder de la Corte. La Suprema Corte estableció constitucionalmente la segregación racial en el famoso caso de Plessy vs.Ferguson (1896). La misma Corte rectificó y propició la integración en las escuelas a la que seguiría la integración total en Brown vs. Board of Education (1954). El asunto afecta a México y lastima la relación entre los dos países.Por ello el aviso de alerta emitido por la Secretaría de Relaciones Exteriores para que los mexicanos extremen precauciones y no viajen a Arizona es un plausible acierto. La decisión ha calado en Estados Unidos que, acostumbrados a utilizar este mecanismo para alertar a sus nacionales de los peligros de viajar a México, ven ahora lo que significa una alerta extranjera sobre el peligro de estar en Arizona. Meet the Press, el influyente programa de noticias entrevistó a Hillary Clinton. Ella reconoció que los mexicanos tenemos razón. Dejó claro que lo de Arizona es un despropósito frente al compromiso que ha asumido México en la lucha contra el crimen. La secretaria de Estado señaló que Calderón es un socio muy importante para Estados Unidos y que no se trata de complicarle más la vida al presidente mexicano. Dejó claro que suficientes problemas tiene México como para que Estados Unidos le generen uno adicional.

No se ve una reforma migratoria integral a la vista, pero sí un grave problema que tendrá que ser atendido por el derecho. La única manera de resolver los conflictos, cuando la buena fe y el diálogo no existen. Alguien tiene que decidir y esa palabra, la última, la tendrá la Suprema Corte de Estados Unidos. Como siempre la ha tenido en los asuntos cruciales de ese país.

No obstante surge una duda: la ONU, siempre tan pendiente de las violaciones a los derechos humanos en los países pobres ¿que no dirá nada de lo que ocurre en Arizona?

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