Homelessness: How Many Will Reach That Condition?

Published in Argenpress
(Argentina) on 12 August 2011
by Luis Beatón (link to originallink to original)
Translated from by Eugenia Lucchelli. Edited by Sarah Burton.
Kelly Thomas, 37 years old, passed away on July 10, five days after being attacked with shock sticks, torches, leather straps and kicks by six police officers from Fullerton, California.

After that incident, Thomas was sent to a nearby hospital, but arrived in a coma. Her face showed multiple bruises, scratches and minor cuts.

Thomas was part of a currently growing army within the United States, which many identify as the homeless. Without a home, these people are viewed as misfits within a system that, day by day, degrades them as human beings.

In 1986, near the U.N. headquarters in Manhattan, a middle-aged man survived in the open with an ulcerated face because of the cold. He lived on public charity.

That man became the public image of a persistent problem in a country that claimed to be all in for human rights.

Maybe without knowing, he integrated the ranks of an army of almost 40,000 people who, just like him, didn't have a place to live in that metropolis. Tunnels, bridges, underground train areas and sinister shelters were their homes, at best.

Almost thirty years later, the number of homeless people in the U.S. has risen. The economic crisis, unemployment, drug addiction, discrimination and the lack of aid to veterans are among factors that have pushed thousands of Americans into this situation.

It is said that there are 500 million homeless people worldwide. It is easy to get there, but many times there is no way back, many social organizations argue. According to sources within the United States Department of Housing and Urban Development, it is hard to know how many people are pushed into that situation in the country.

In 2004, some calculations about the number of Americans without a home established that the number was between 600,000 and 3.5 million, according to the National Coalition for the Homeless.

Nowadays it is difficult to calculate the exact number because of the nature of the homeless themselves. Some people become homeless temporarily, a situation that has worsened since the unemployment rate has been close to two-digit levels.

For other people, especially drug addicts and those with mental disorders, the lack of a home is a chronic problem. According to the Coalition, in the United States there are plenty of materials that show episodes of persecution of the helpless by law enforcement, as well as abuses committed by the police connected with confidential databases.

Another affected homeless subgroup are victims of domestic violence. A study by the Ford Foundation claims that 50 percent of women who live in the streets do it to escape from violent partners.

It's not only about single men, addicts, the mentally deficient, war veterans or the long-term unemployed anymore. The problem is becoming increasingly chronic as the cycle of economic crisis gets shorter.

At present, 10 percent of people who recently became homeless are families: men and women with good jobs and children who simply couldn't keep paying their mortgages.

Eighty-one percent of homeless people are women aged 25 with children under the age of five.

Without being comprehensive, a report from the United States Department of Housing and Urban Development, despite not doing an in-depth analysis of the causes of this disaster, claims that even if the average rise in the number of homeless people was 10 percent, in some regions it rose more than 56 percent in one year.

Although the Obama administration destined $1.5 million to fight the housing crisis, it is probable that it will be affected as a consequence of the Republicans' tax "adjustments" to increase the debt ceiling and reduce the deficit.

A few years ago, New York's mayor, Michael Bloomberg, announced a wide plan to eradicate homelessness in Manhattan by 2010, because in the streets of the Big Apple alone there were over 40,000 people wandering without a home, 16,000 of whom were children.

The picture is depressing, and it reflects another example to decorate the showcase that Washington tries to hide from the eyes of the rest of the world.


Kelly Thomas, de 37 años, falleció el pasado 10 de julio, cinco días después de ser golpeado con bastones eléctricos, linternas, correas de cuero y puntapiés por seis agentes de una patrulla policial en la localidad de Fullerton, California.

Tras ese incidente, Thomas fue enviado a un hospital cercano, pero llegó en estado de coma. Su cara mostrada múltiples moretones, arañazos y cortadas menores.

Thomas integraba un creciente ejército de personas en Estados Unidos que muchos identifican indistintamente como Homeless, sin hogar o desplazados en un sistema que por día degrada a los seres humanos.

Hace muchos años, en 1986, en Nueva York, en la calle 42, entre la Primera y la Segunda Avenida, este de Manhattan, sobrevivía a la intemperie con el rostro ulcerado por las frías temperaturas, cerca de la sede de la ONU, un hombre de edad avanzada. Vivía de la caridad pública.

Ese hombre era la imagen pública y la denuncia ante el mundo que acudía a la ONU de un problema persistente en el país que se autoproclamaba defensor de los derechos humanos.

Tal vez sin saberlo, integraba las filas de un ejército de cerca de 40 mil personas que como él no tenían donde vivir en esa metrópoli. Túneles, puentes, subterráneos de los trenes y siniestros albergues eran su morada, en el mejor de los casos.

Casi treinta años después la presencia de los homeless o sin hogar en Estados Unidos se incrementó. La crisis económica, el desempleo, las drogas, la discriminación, los veteranos de guerra sin ayuda y otros empujan a millones de estadounidenses a esta situación.

Se dice que en el mundo hay más de 500 millones de Homeless. Ahí se llega fácil y muchas veces no se puede salir, señalan organizaciones sociales.

Fuentes del Departamento de Vivienda y Desarrollo Urbano estadounidense señalan que es difícil saber el número de personas desplazadas en el país a esa situación.

Hace varios años, en 2004, algunos cálculos sobre el número de estadounidenses sin techo establecían que eran entre 600 mil y tres millones 500 mil, según datos de la National Coalition for the Homeless (Coalición Nacional para los Sin Techo).

Ahora es difícil calcular la cantidad exacta por la naturaleza misma de los sin viviendas. Algunas personas pasan por esta situación de manera temporal, algo agravado por el desempleo cercano a los dos dígitos que hoy mina la economía estadounidense.

Para otras personas, en especial quienes padecen adicción a las drogas o trastornos mentales, la falta de hogar es un problema crónico.

Según la Coalición, en Estados Unidos existe abundante material que documenta episodios de persecución de desamparados por parte de funcionarios, así como también incidentes vinculados a abusos cometidos por la policía en relación con bases de datos confidenciales.

Otro sector afectado son las víctimas de maltrato. Un estudio realizado por la Ford Foundation sostiene que un 50 por ciento de las mujeres sin techo viven en la calle para escapar de parejas violentas.

Por otra parte, el efecto de la crisis hipotecaria y financiera que golpea a los estadounidenses también contribuye a que muchas familias, sobre todo integradas jóvenes, se conviertan en asiduas de los centros de atención a los sin techo, aunque no reflejan el estereotipo de quienes atraviesan por esta condición.

Ya no se trata de hombres solteros, adictos, enfermos mentales, veteranos de guerra o parados de larga duración. El problema se hace cada año más crónico en la medida que se torna más corto el ciclo de las crisis económicas.

En la actualidad, el 10 por ciento de las personas que engrosaron el número de los homeless son familias: hombres y mujeres con buenos empleos, y niños en edad escolar, que sencillamente no pudieron seguir pagando sus hipotecas.

El 81 por ciento de los desamparados son mujeres de 25 años con hijos menores de cinco.

Sin resultar abarcador, un informe del Departamento de Vivienda y Desarrollo Urbano estadounidense, aunque no profundiza en las causas de este desastre, sostiene que si bien el aumento promedio de personas sin techo es de un 10 por ciento, hay regiones donde aumentó a más del 56 por ciento en un año.

Aunque el gobierno del presidente Barack Obama destinó mil 500 millones de dólares a combatir la crisis residencial, es probable que sean afectados como consecuencia de los "ajustes" impuestos por los republicanos a programas sociales para subir el techo de la deuda y reducir el déficit.

Hace varios años, el alcalde de Nueva York, Michael Bloomberg, anunció un amplio plan para intentar acabar con los homeless en Manhattan antes de 2010, pues solo en las calles de la llamada "Gran Manzana" deambulaban más de 40 mil personas sin hogar, de los que más de 16 mil eran niños.

El cuadro es deprimente y refleja otro ejemplo para adornar la vitrina que Washington trata de ocultar al mundo.
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