The Reindustrialization of the US

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En marzo de 2020 dije, como otros, que: “el mundo se volvió altamente dependiente de la producción china y por ello hay que considerar la necesidad de descentralizar el modelo, como por ejemplo, diversificando las áreas de producción de materias primas y componentes básicos, y/o viabilizando económicamente el acercamiento entre las áreas de producción y las de consumo final”.

Aunque nadie sensato piensa reemplazar completamente a China como la fábrica mundial, hay circunstancias para pensar que parte de la producción industrial probablemente se instalará o reinstalará en EE. UU. El modelo chino ya empieza a evidenciar sus fallos estructurales como el decrecimiento de su viabilidad financiera y el envejecimiento acelerado de su población, lo que indicaría que la concentración productiva en China, en el mejor de los casos, tocó techo. En el ámbito geopolítico la confirmación de Xi Jinping como emperador, augura que las evoluciones políticas de China y EE. UU. no favorecerán una mayor integración comercial y productiva entre ellos, todo lo contrario. Solamente la decisión estadounidense sobre producción y disponibilidad de microchips tendría importantes consecuencias. Esta limitación, aparentemente tan específica, determinará en parte qué, cuánto y cómo será producido en China en los próximos años.

¿Pero por qué EE. UU. es una alternativa opcionada si también tienen problemas y debilidades? Porque no hay mejores candidatos. El tercer mundo tiene “todavía” la ventaja de materias primas y mano de obra relativamente baratas, aunque no olvidemos que el costo de esta última realmente es una manifestación de su productividad. Pero sus enquistados problemas de infraestructura, productividad e inestabilidad política lo descalifican, sin mencionar su incapacidad cognitiva para entender que el marxismo es un fracaso comprobado históricamente. Se salvaría México, sin Amlo, que podría ser una especie de China cercana a EE. UU. para procesos productivos que exijan mano de obra barata, hasta que la robotización e inteligencia artificial se consoliden. Europa y especialmente su líder productivo, Alemania, difícilmente saldrá indemne de la crisis energética por la invasión rusa a Ucrania, incluso si milagrosamente el conflicto se resolviera pronto. La industria alemana no será la misma, ni siquiera si Alemania, que en asuntos importantes históricamente necesita equivocarse dos veces para comprender su error, entiende que Rusia no es de fiar.

EE. UU. no está libre de políticos estúpidos, en ambos partidos, parte de su infraestructura vial está envejecida y no dispone de toda la mano de obra calificada que requiere, pero en tierra de ciegos el tuerto es rey. Su ecosistema para innovar y hacer negocios es todavía el mejor del mundo, su demografía es la menos decadente de los países realmente desarrollados y tiene las mejores condiciones de abastecimiento energético confiable y relativamente barato para las próximas dos décadas. Los industriales no son especuladores de casino, piensan en el largo plazo y por ello los propios estadounidenses, incluso europeos y asiáticos, están relocalizando parte de la manufactura en EE. UU., como lo evidencia el reciente informe Kearney de relocalización fabril

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